EL LOBITO CAPERUCITO
Autoras: Maris Rebolledo Deschamps y Susana Ginesta Gamaza (Equipo Ágora)
Había una vez, un bosque bellísimo con muchos árboles y flores de todos los colores. En ese bosque vivía un lobo muy peculiar.Lobito era muy coqueto, le encantaba llevar el pelo muy suave y brillante. Iba siempre a lavarse las patitas en el agua fresca del río para tener las uñas bonitas y siempre llevaba la cola esponjosa porque después de bañarse la dejaba secar al sol.
Lobito vivía con su madre y su padre en una bonita cabaña hecha de troncos de madera. Su abuela que era leñadora había regalado a la mamá de Lobito las mejores maderas para hacer su casita, que entre toda la familia habían construido.
El abuelo de Lobito era modisto y un día por su cumpleaños le regaló a su nieto una capa para los días de frío y lluvia, pues el bosque era un lugar frío y lluvioso. La capa era algo llamativa y ridícula, con una caperuza roja para protegerse de la lluvia.
Pero como el abuelo le había regalado la capa con mucha ilusión, el bueno de Lobito Caperucito se lo agradeció con mucho cariño e incluso prometió llevarla todos los días para protegerse del viento y de la lluvia.
Desde aquel día en que Lobito estrenó su caperuza roja, las criaturas del bosque comenzaron a apodarle “Lobito Caperucito” y comenzó también a ser el blanco de las burlas de todos los animales.
Lobito era el más dulce, suave y educado cachorro que se pudiera imaginar, y por ello los otros lobeznos solían rechazarlo a la hora de jugar y se burlaban de él cuando se dirigía con su cestita a llevar el almuerzo a su abuelita.
Mientras Lobito caminaba solían decirle en tono de burla:
-¡Lobito Caperucito, pareces un semáforo en rojo! Jajaja…
-¡Cabeza de tomate!
-¡Pareces una fresita!
-¡Presumido!
Y le gritaban:
- ¡Lobito Caperucito! ¡Menudo nombre! Un lobo debería llamarse aullador, peludo, dientes afilados, ¡vaya nombre tan ridículo! ¡Lobito Caperucito!
Pero Lobito era muy simpático con todo el mundo y aunque los otros lobeznos no querían jugar con él, el resto de criaturas del bosque se reunían todas las tardes para jugar en su casa o en su jardín. Los conejitos y conejitas hacían una carrera para ver quién llegaba a la meta. Las hormiguitas hacían una larga fila para merendar y los coloridos pájaros y las brillantes mariposas se posaban en los arbustos del bonito y cuidado jardín de Lobito. Después de jugar, Lobito recogía todo con ayuda de sus amigos y amigas. Así siempre tenía su casa limpia y ordenada, y encontraba pronto todos los juguetes para la tarde siguiente.
Todo parecía perfecto, hasta que.....un día, los animalitos escucharon ruidos, pasos extraños. Todos y todas se asustaron muchísimo porque la tierra empezaba a temblar. De pronto, en el bosque apareció una manada de lobas y lobos. La suciedad y la maldad eran sus principales características. Llegaron y rodearon la casa de Lobito.
La jefa del grupo parecía ser una lobezna muy grandota, que dijo:
-¡Eh, tú, lobo presumido!
Lobito estaba tan pálido del susto, que parecía que se iba a desmayar.
-¿Tú no sabes que los lobos y las lobas no somos tan limpios? ¿No sabes que vivimos en cuevas, y que no usamos cubiertos para comer?
Los lobos y lobas que rodeaban la casa empezaron a reírse y a revolcarse por el suelo. Todas las amistades de Lobito Caperucito salieron corriendo a esconderse y éste se quedó allí, como una estatua de piedra sin saber qué hacer. La manada destrozó todo los que vio, pisó las flores, se comió la merienda con las manos,
tiró los juguetes al suelo y ensució el porche con tierra y hojas secas. Cuando lobas y lobos se cansaron, se fueron a su cueva a dormir en el suelo frío y húmedo pero con el estómago lleno.
Lobito se puso a llorar, no podía creerse lo que había pasado. Su casa estaba hecha un desastre y sus amigos y amigas se habían ido aterrorizados. Corrió hasta casa de su abuela para contarle lo que había pasado. La abuela loba era una anciana muy sabia. Le había enseñado a ser limpio y ordenado, pero no sólo eso, sino que también le había enseñado a ser amigo de cualquier ser que viviera en el bosque. Cuando le contó lo sucedido, la abuela empezó a pensar en un plan: la manada vivía en una cueva fría y húmeda y dormía en el duro suelo.La manada de lobos y lobas vivía en una cueva fría y húmeda y dormía en el duro suelo. Su cueva estaba tan sucia y maloliente que nadie se atrevía a acercarse a su hogar, con lo que apenas tenían amistades, y por eso la antipatía y la soledad era su atributo principal.
La abuela le propuso a Lobito que invitase a aquel grupo a una fiesta de cumpleaños, y que ella le ayudaría a prepararla. Lobito se echó las manos a la cabeza y le dijo a su abuela:
-¡PERO SI SÓLO SABEN MALDAD Y SUCIEDAD! ¡NO NOS VAN HA DEJAR JUGAR! Además, no quiero que destrocen de nuevo mi casa, y asusten a mis amigos y amigas.
La abuela que era muy lista, le dijo a Lobito que hiciera lo que ella decía, que todo saldría bien. Lobito le hizo caso y les mandó una invitación preciosa, donde ponía:
Cuando vieron la invitación no se lo podían creer, hacía tanto tiempo que nadie les invitaba a una fiesta, que el nerviosismo y la alegría se adueñaron de sus corazones. Fueron a casa de Lobito y cuando vieron todos los globos de colores, las mesas llenas de bocadillos y golosinas, una tarta gigante de chocolate y nata, una piñata llena de regalos... ¡no se lo podían creer!
Los conejos y las conejas se habían puesto un collar de flores, los erizos se habían peinado los pelos de punta, los cervatillos tenían un lazo precioso en la cabeza, las ardillas llevaban una pajarita y Lobito se había puesto más guapo que nunca.
Al lado de la gran piñata había un cartel que ponía:
“OS DAMOS LA BIENVENIDA A VUESTRA FIESTA DE CUMPLEAÑOS, LOBOS Y
LOBAS DEL BOSQUE”
Cuando los lobos y las lobas leyeron el cartel, empezaron a llorar y a llorar de la emoción, porque hacía mucho tiempo que nadie les invitaba a una fiesta. Hacía mucho tiempo que nadie quería jugar con la manada.
Se miraron, y les dio vergüenza su suciedad y sus harapos, así que Lobito les invitó a bañarse y arreglarse en su casa para poder disfrutar de la fiesta que se había celebrado en su honor. Y así lo hicieron, se acicalaron con tanto cuidado y olían tan bien, que a nadie le importaba jugar con ellos y ellas.Lobito perdió el miedo a que estuvieran cerca. Los lobos y las lobas del bosque para darle las gracias a Lobito le prometieron que jamás volverían a portarse mal. Comprendieron que era más divertido ser amables que destrozar las cosas
ajenas. Porque así, no sólo te invitaban a fiestas de cumpleaños, sino que además podían jugar con muchos amigos y amigas y pasárselo genial.
FIN