Un extracto de un articulo escrito por Cristina Isabel Gallego García.
Nuestras tensiones internas pueden aumentar por las excitaciones sensoriales y afectivas que nos impone el entorno y desembocar en un desequilibrio psíquico y orgánico que pone en peligro la salud. Por eso la relajación se hace necesaria en algunos momentos para paliar los efectos que produce en nosotros el acelerado ritmo de vida actual.
Podemos mencionar dos tipos de relajación: general (la del cuerpo en su totalidad) o diferencial (mínimo de contracción muscular necesaria para la ejecución de un acto, al mismo tiempo que los músculos cuya actividad no es indispensable para la realización de dicho acto cesan de participar).
Pero, ¿qué relación existe entre relajación y música?... En primer lugar, me gustaría mencionar un artículo escrito por Javier Jayme, en el que leí que el primer flautista de la Ópera de Milán, Romano Pucci y el acupuntor vietnamita Khuony Binh Ninh diseñaron una lista de composiciones musicales con efectos terapéuticos dobles:
Para relajarse:
- Preludio de Parsifal (Wagner)
- Suite nº 3 en re menor (Bach)
- Sinfónica del nuevo mundo (Dvorak)
- Preludio de Lohegrin (Wagner)
- Sinfonía pastoral (Beethoven)
- El Adagio (Albinoni)
- Aria “La muerte de Tristán e Isolda” (Wagner)
- Coro de los esclavos de Nabuco (Verdi)
- Concierto nº 1 (Tchaikosky)
- Marcha festiva de Tannhäuser (Wagner)
- Concierto para flauta y arpa (Mozart)
- Obertura de los Maestros cantores de Nuremberg (Wagner)
- Obertura de Semiramis (Rossini)
- Final de la sinfonía nº 3 (Mahler).
- Concierto para violín nº 4 (Paganini)
Dejo a tu elección el análisis de estas obras para ver si producen los efectos deseados, ya que bajo mi punto de vista, nadie mejor que uno mismo sabe lo que necesita en cada momento.
Centrando mi atención en la relajación del niño a través de la música, puedo afirmar que ésta le ayuda a encontrarse bien con su propio cuerpo, ya que a través de ella conoce mejor su esquema corporal, el tiempo que su motricidad se ve favorecida gracias a un mejor control del tono muscular. Algunas características son las siguientes: favorece el equilibrio tónico emocional, libera tensiones, disminuye la hipertonía...
Una relajación puede constar de tres fases o momentos:
- Fase de contracción mental (imaginar con ayuda de la música algo que invite a la serenidad).
- Fase de trabajo de distensión neuro – muscular.
- Fase de regreso.
Coincido con Martenot cuando afirma que el trabajo, al igual que en el juego, el niño es capaz de desarrollar un esfuerzo interno sostenido por impulsos espontáneos, pero no sería capaz de mantener ese esfuerzo durante demasiado tiempo si no intercala reposos relativos. Por eso, cuando he trabajado con niños de infantil hemos realizado pequeñas sesiones de relajación.
Los niños se tendían boca arriba en las esterillas y escuchando una música apropiada que les ayudaba a relajarse, vivenciaban cómo su cuerpo estaba “tocando el suelo”, controlaban su respiración... Con una voz pausada, serena, dulce... mencionaba situaciones agradables para que las imaginaran y la música iba penetrando en su interior llevándolos a un estado ideal del que no querían despertar...
Con los niños de infantil es muy difícil mantener la atención durante un periodo largo de tiempo, por eso las sesiones de relajación eran muy cortas. Cuando lo consideraba oportuno, ya les guiaba para que movieran lentamente todos los miembros de su cuerpo hasta incorporarse por completo.
Teresa Lleixá en su libro: “La educación física en preescolar y ciclo inicial”, propone más actividades que se pueden realizar para la educación de la relajación. La relajación se puede centrar sobre la percepción del propio cuerpo, muy especialmente en los estados de contracción y relajación, así como sobre el dominio del control tónico.
Los niños pequeños pueden caminar por todo el espacio siguiendo el ritmo de una determinada música, correr al son de un pandero, moverse imaginando que son árboles que se balancean con el viento, o pajarillos que vuelan... y cuando la música deja de sonar, permanecen quietos hasta que vuelvan a escuchar esa bonita melodía.
Ivonne Bergue compara la relajación a un baño en el que es necesario meterse dentro y salir fresco, limpio, descansado, apto para una mejor repartición del tono en todo el cuerpo y en los gestos.
Cuando se practican sesiones de relajación, se aconseja que el lugar donde se realicen los ejercicios sea tranquilo, que evite fuentes de distracción, colchonetas amortiguadoras, indumentaria que permita libertad de movimiento...
Aguirre de Mena en su libro “Educación Musical. Manual para el profesorado” afirma que la relajación también es necesaria para:
- La actividad musical vocal.
- La actividad musical instrumental.
- La actividad musical del movimiento.
Serán necesarias actividades de relajación que faciliten la realización y coordinación de los movimientos.
Se pueden realizar relajaciones globales y segmentarias con distintos estímulos y motivaciones; uno de ellos puede ser la música.
Para finalizar mi artículo diré que en él ha existido una complementariedad entre educación física y música, gracias al carácter globalizador de ambas. La música coopera con los restantes contenidos y contribuye de este modo al desarrollo integral del niño. Como dijo Fernando Palacios en cierta ocasión: “Todos necesitamos alimentarnos de este arte sonoro. La música tiene que llegar a nosotros desde que nacemos y nadie debe privarnos de esa amplificación de la vida que proporciona su disfrute”.
Bibliografía:
- AGUIRRE DE MENA, O. y DE MENA GONZÁLEZ (1992): Educación Musical. Manual para el profesorado. Málaga. Aljibe.
- BERGE, Y. (2000): Danza la vida. El movimiento natural, una autoeducación holística. Madrid. Narcea.
- JAYME, J. (2000) “Música para listos” En Revista Muy interesante, Nº 227. Pp 154 – 160.
- LLEIXA, T. (1998): La educación física en preescolar y ciclo inicial - 4 a 8 años -. Barcelona Paidotribo.
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